- 7 junio, 2017
- Posted by: BTODigital
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Hijo de artistas y nieto de ingenieros, Álvaro Gómez-Sellés, ovetense, de 28 años, revela que lo que le cautivó de la arquitectura fue la capacidad para aunar esta disciplina con el arte. Ha tenido que salir de España en busca de un futuro, y no dudó en trasladarse a Rotterdam (Holanda), la cuna hoy día de la arquitectura. Ha colaborado con firmas como la alemana Plastique Fantastique, la holandesa OMA y la japonesa Junya Ishigami. Actualmente, trabaja en Nueva York como arquitecto asociado en el estudio estadounidense SO-IL.
Pregunta. ¿Qué ha aprendido al trabajar con los grandes maestros de la arquitectura en varios países?
Respuesta. A menudo, estos maestros entienden la arquitectura cada uno de manera extremamente opuesta; esto, sumado a las diferencias culturales de cada país, genera un marco de entendimiento global en el que la capacidad de decisión no se ve coartada por limitaciones de pensamiento local, sino que es capaz de adaptarse a nuevos sistemas y patrones continuamente.
P. ¿Cuál es la gran obra que le gustaría hacer?
R. He disfrutado de grandes oportunidades profesionales, pero siempre expuesto a los intereses individuales de los clientes e instituciones para los que he trabajado. Por ello, la gran obra que me gustaría realizar no es una tipología o programa específico, sino una obra a una escala más global, capaz de alterar y mejorar la existencia del individuo y su relación con la sociedad.
P. ¿Se siente más identificado con el estilo arquitectónico europeo o con el estadounidense?
R. No creo que hoy en día podamos hablar de estilos nacionales; el marco global en el que se desarrolla mi disciplina ha contribuido a la mezcolanza de todo tipo de corrientes y movimientos. EE UU, quizá por la necesidad de crear una identidad nacional desde sus orígenes, está en un continuo proceso de reinvención que fomenta la creatividad y elimina las barreras intelectuales.
P. ¿Qué ciudad del mundo considera más interesante para su actividad?
R. He vivido en distintos países y ciudades, como Tokio, Londres, Berlín, Barce_lona, Madrid o Rotterdam, pero Nueva York es una de la pocas que puede presumir de reunir todas las culturas en armonía. La convergencia de las distintas nacionalidades es lo que la convierte en una de las capitales intelectuales del mundo.
P. ¿Qué análisis realiza de la burbuja inmobiliaria en España desde el punto de vista arquitectónico?
R. A pesar de que ha tenido consecuencias muy negativas, sobre todo desde el punto de vista social, veo la explosión de la burbuja inmobiliaria como algo positivo dentro de la arquitectura. El tejido empresarial alrededor del sector estaba totalmente corrompido. Este crac en el sistema ha contribuido a la regeneración del sector y del país. Está consiguiendo acabar con las estructuras profesionales arcaicas y el inmovilismo que forzó a los jóvenes a buscar oportunidades fuera de nuestro país.
P. ¿Es muy diferente la vida de un arquitecto español en EE UU?
R. Este país tiene una economía dinámica que fomenta su continuo progreso y reinvención. Este aspecto está íntimamente ligado con el desarrollo intelectual y artístico. Esta es la gran diferencia que permite que cualquier profesional sea capaz de alcanzar sus metas a través de su esfuerzo y trabajo y no de su apellido u origen.
P. ¿Qué aporta usted a la arquitectura estadounidense?
R. La captación de talento extranjero contribuye siempre al enriquecimiento de la cultura y la sociedad. En EE UU, intento difundir mi visión de la arquitectura, que, abandonando su aspecto más lucrativo, concibo como una herramienta sensorial capaz de elevar la existencia del individuo y la sociedad en su conjunto. Esta interpretación es fruto del rico bagaje cultural europeo y contribuye al desarrollo de una sociedad en continua reinvención como es la estadounidense.